Accionar
Los signos vibran, irrumpen, se superponen, se recortan, se ligan, se trasvasan por su materia, se interrumpen, se borran, se esparcen, se absorben, se dibujan, entre una caligrafía de lo que se mueve, cursan por la materia, como una plástica que discurre.
Desde el cómo abordo el trabajo sobre la matriz que marca la forma de llevar – el- cuerpo, como el – discurrir - un lenguaje – propio - en - acción, encuentro como principio al trazo, como propiedad singular, marca del discurso.
Rudolf Laban, un teórico para la Danza Libre a mediados del siglo pasado nombró con el término Kinesfera, a todos los puntos espaciales que están al alcance de un espacio personal desde un apoyo preciso que ocupe una persona. Al cambiar los puntos de contacto con el apoyo cambian los puntos límite de la Kinesfera. Así ésta puede trasladarse, desplazarse por el espacio total – social. El espacio personal puede llevarse “hacia”. Así estableció un Sistema de Notación para el Movimiento siguiendo los contenidos entre el Espacio, el Tiempo y el Flujo del movimiento. Lo llamó Sistema de Notación Laban. Unos años después el semiólogo Roland Barthes mencionaba el término Ideoesfera ... “es un sistema de lenguaje que funciona, que en su cohesión, tiene el poder de durar”, “La duración del sistema no prueba su “verdad” sino precisamente su “resistencia”, es decir, la cualidad de su funcionamiento, la performance del lenguaje como motor”.
Como una “Ideoesfera” (Ideos del griego Ideos: propio, particular), un discurso puede encontrar su “cohesión”. Su discurrir forma continente como en su forma contenida.
En mi obra intento hacerle saber a alguien de ese Espacio Personal entre lo ofrecido como obra y el accionar sobre la misma.
Es ese espacio esfera donde estar - es - en - el - acto de notar, la forma se vuelve registro, notación. Tocar los materiales usados, las cajas, tocar los papeles, las palabras entre las transparencias es interactuar con “esos”, los significantes notados. Tomar contacto con el cuerpo del lenguaje como movimiento para atravesar la paradoja de su uso. Tocar el Mouse de la PC para pasar a la próxima pantalla. Mirar a la interacción entre pantalla y pantalla, entre los contenedores donde se ajusta la trama, supone que está el que mira, que es el que lee, el que escucha. El que está ahí, (ahí - instalación) liga los planos y así ocurre algo como alguna dirección posible. Un saberse discurrir.
Mientras el lenguaje pueda usarse, pueda instalarse y pueda correrse, los significantes serán cosas del movimiento.
Y que es ahí donde se mueve algún sentido, donde se origina y donde reside la chispa de la paradoja lenguaje - cuerpo. Puede haber un espacio - ideo - esférico donde ocurra lo apenas corrido, lo apenas corrido de lugar. La cenestesia de saber. Saberse. De saberse ocupando el movimiento, animando alguna fluidez que pase por un lugar corrido de lo obvio, de lo común, atravesar “la paradoja” diría Barthes en su Seminario Lo Neutro. Ahí está lo singular. Ahí hay algo por notar.
El sentido se animará en el murmullo por el silencio, por lo vacío, por las mitologías mareadas, atravesadas por el entorno, cruces de la actualidad.
(vuelvo al principio).
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